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Esta página apareció en la Edición 90º Aniversario de la Facultad de Educación. (Boletín Informativo de la Facultad de Educación - octubre 2008)

Primera Columna
Párrafo 4: Donde dice: "ingresó" a la Escuela Normal; debe decir: "egresó" de la Escuela Normal.
Párrafo 5 (última línea): Donde dice: "Bertolt Brecha"; debe decir: "Bertolt Brecht".
Segunda Columna
Párrafo 4: Donde dice: "Liceo 4"; debe decir: "Liceo A 34".
(En el mismo párrafo se entiende al leer que serían los alumnos atrasados del liceo que entraban con una flor a mis clases. No era así. En el Liceo los atrasos se justificaban en la Inspectoría General. Las niñas. sin embargo traían flores.
Era en mis clases a primera hora en la Universidad, donde podían entrar con una flor cuando las circunstancias lo exigían)
-o-o-o-

  
"Dijimos a los niños que fueran en busca del hombre que mejor diera felicidad a una escuela.
   Partieron de madrugada, presurosos y anhelantes en un torbellino de gritos y risas. Las nubes se abrieron y los alumbró el sol.
   Corrieron por montes y valles, cruzaron bosques y ríos. Era un colmenar bullicioso con voces y ecos, con vitalidad y paz. El sol sonreía.
   A un hombre que tenía las manos iluminadas encontraron en su caminar.
   - ¿Qué sabes hacer? -preguntaron.
   - Amplias carreteras y caminos asfaltados. Grandes casas, rascacielos esbeltos y encantadores -contestó el hombre.
   - ¿Qué hará la escuela con este hombre que hace cosas maravillosas, sino se sabe sentirlas ni apreciarlas? 
-pensaron los niños.
   Siguieron en carreras y juegos, sus ojos radiantes de felicidad, trayendo en sus mejillas y cabellos el frescor de la nieve, el musitar de los bosques y el murmullo de los ríos.
   Un hombre erguido, que llevaba colgado del hombro, un bolso de yerbas buenas, les llamó la atención.
   - ¿Qué sabes hacer? -preguntaron.
   - Mitigar el dolor de los enfermos, curar a los heridos. ¡En este bolso está el secreto de la salud! -contestó el hombre.
   - No basta gozar de la salud del cuerpo para ser feliz -dijeron los niños.
   Llegó el atardecer y con paso quedo siguieron caminando por aldeas y ciudades. Vieron en los poblados la miseria, egoísmo, la desolación. Supieron de niños sin infancia, de sus caras serias, de miradas interrogantes, de serpientes de realidad amarga que empezaban ya a roerles el corazón.
   Otro hombre, no menos erguido, que empuñaba un bastón se presentó ante ellos.
   - ¿Qué sabes hacer? -preguntaron.
   - Poseo el bálsamo del corazón que devuelve el honor mancillado, que levanta el sentimiento de la dignidad -dijo el hombre con alegría.
   - ¡No! -exclamaron los niños.
   Tampoco es este el hombre que necesitamos para hacer feliz a la escuela. Queremos algo más, que avive el fuego de los niños que ahora parecen vivir sin vivir.
   Al llegar la noche, los niños, con pesadumbre, al no encontrar al hombre que buscaban, encaminaron sus pasos, y al despertar el día, al asomar la aurora, llegaron a la mar.
   Miraron asombrados. Su mueca de pena se transformó en faz de júbilo y de nuevo carreras y juegos, porque divisaron a un hombre de aspecto venerable, ojos soñadores y dulce faz. Sentado sobre una roca, conversaba amablemente con niños jóvenes y ancianos.
   - ¿Qué sabes hacer? -preguntaron.
   - ¡Muchas cosas! -dijo el hombre.
   - Pero, ¿qué? -inquirieron los niños.
   - Que cada uno lleva la felicidad en sus propias manos y que lo esencial es ver claro en sí y en los demás.
   - ¿Y qué más? -preguntaron muy interesados.
   - Que los hombres son montones de alegría y de dolores,  
que cada uno tiene la cuerda sensible y que el secreto 
consiste en hacerla vibrar. 
   - ¿Y la felicidad en la escuela? -preguntaron.
   - La felicidad no es un don del cielo, sino adquisición del saber y del querer.
   - ¡Con él haremos la transformación de la escuela! -exclamaron los niños, llenos de felicidad.
   Empapados de brisa de mar y sabor de agua, volvieron en tropel, sin jadeos. ¡Felices!, convencidos de haber encontrado a ese hombre, a ese sembrador.
   Ese conductor y comunicador que iba por los pueblos, era el Profesor. 
    El más ilustre y abnegado servidor de las escuelas: El MAESTRO..."

 -o-o-o-

Día del Profesor

   "Pensad, estimados alumnos-profesores, de una vez por todas que no hay maestro perfecto; que la labor del maestro es superación y superación indefinida, sin lograr jamás una meta, pues esto sería quietismo, un status que sería mortal sobre todo para nuestra educación básica -tan añeja- que necesita ponerse a la par del progreso de la marcha actual de la cultura en general.
   Imaginad nuestro quehacer y perfeccionamiento como el hermoso afán de los niños de ir a coger el brillante haz del arcoiris, que mientras más corren, pareciéndole estar cercano, más se aleja el fenómeno natural. Es una radiante ilusión que alegra sus nobles almas.
   Así, nosotros, mientras más nos renovemos, lejos estará nuestra meta. y eso es progreso, dinamismo y vitalidad.
   Sigamos avanzando, que también es 
hermosa la ilusión de nuestra suprema perfección..."
 
-o-o-o-

Una persona -a quien llamo "La chillaneja"- me pidió que escribiera algo sobre Septiembre. Ayer (no importa el día, ni el año, ni la hora), tuve una larga conversación (no entrevista) con otra persona: Pamela (seguramente la envió la chillaneja), hablamos sobre educación. 
De pronto, me acordé que Colombina me preguntó  algo acerca de Septiembre y para ella escribo lo siguiente:


   "En las escuelas -en este mes- los niños, los padres y hasta los profesores, se inquietan, observan, preguntan y quieren saber más y más sobre los Padres de la Patria y de sus hechos históricos. 
   Así, vienen, en esta fecha a nuestra mente, los preclaros nombres de O`Higgins, Carrera, Rosríguez y tantos otros forjadores de un destino de progreso que no ha terminado y no podrá terminar jamás.
   La Patria inició el nuevo camino en 1810.
Desde ese entonces, generación tras generación han sido sucesores y herederos de esta gesta heroica.
   La historia nos pregunta: 
¿Somos dignos sucesores de ellos?            
 ¡Debemos serlo!
 ¡Patria es el progreso en todos sus ámbitos en el país!
  ¡Patria es la democracia!; pero, con pan y leche para la infancia.
  Es la expresión de felicidad de un porvenir asegurado, reflejada en el rostro de los niños, la riqueza más preciada de toda nación.
  En verdad, debemos ser dignos sucesores de los Padres de la Patria y tenemos un largo e interminable camino que recorrer.
   Patria es dolor, es sufrimiento!
   Los grandes hombres antes de cubrirse de gloria, saborearon la amargura del desprecio y la incomprensión. Pero salieron adelante, victoriosos en sus ideales.
   Los niños, los estudiantes, deben coger la semilla esparcida por nuestros Padres de la Patria  y no sentirse nunca débiles en sus afanes de perfeccionamiento renovados.
  Ustedes niños, tienen las armas que los convertirán también  en grandes  héroes.         
  Estas armas son sus libros, son sus lecciones, que los transformarán en los defensores de la educación pública que es y debe ser el crisol de una verdadera democracia.
   Sin embargo, recapacitemos  y seamos veraces: 
   ¡Tantos niños sin escuelas! 
   ¡Tantos niños, en el dolor de la pobreza, en la vagancia infantil! 
   ¡Tanta niñez sin horizonte, sin anhelos, sumidos en la noche del atraso y la miseria!   
  ¡Sus miradas son terribles, son acusadoras!
   ¡Ayudémoslos!!
   Siempre en mi labor como profesor tuve la convicción en el profundo y real aforismo que dice:
  
"Del cieno, del barro, nace la flor más pura y hermosa..."
-o-o-o-

  "¡SEPTIEMBRE...!, mes de las flores, de la alegría, de la Primavera. ¡Mes de la Patria!
   ¡Primavera y Septiembre!
   Dos conceptos estrechamente unidos para los chilenos.
   Ciclo de eterna vitalidad y esplendor en nuestra geografía.
  ¡Septiembre, 1810!, recuerdo sagrado de un despertar revolucionario en nuestra historia. La patria inicia un nuevo camino.
   ¡Primavera y Septiembre!
un solo todo en el alma de los chilenos.
   Año a año celebramos el "18" con cuecas y tonadas.
  Al cielo empujamos volantines multicolores que parecen desafiar a los pájaros asombrados.
  El pueblo chileno al llegar esta fecha se transforma.
   Surge la picardía del "roto chileno".
  Todos esperamos con ansias la llegada del "18".
   El hombre de la ciudad detiene el ritmo de su hacer cotidiano; el hombre del campo lo espera con mayor deseo, pues el 18 le sirve para aplastar su tristeza y su miseria.
   Hasta en nuestra facultad se advierte un mopvimiento inusitado, una inquietud que va creciendo día a día, a medida que se acerca nuestra principal efeméride patria.
   Decir  "18 de septiembre", es el jolgorio máximo del pueblo chileno.
   Es la alegría incontenida, reflejada en los bailes nacionales, en las carreras a la chilena, en típicas ramadas, en empanadas y vino generoso, en mote con huesillos. En fin, en las penas echadas al olvido y en un regocijo que cunde y abarca por doquier a toda la nación.
   El gusto por todo lo nuestro va creciendo en el transcurso del tiempo. 
   La cueca y la tonada, la refalosa y el costillar vibran en nuestros corazones.

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Un día mi hermano Lizardo -que ya no está entre nosotros- me preguntó: ¿Por quién doblan las campanas?. Mi respuesta no le gustó mucho. Hoy, 15 de mayo del 2008, le respondo, nuevamente -y por escrito-, cuando despido a María Isidora, "Choya", mi hermana menor.  
-o-o-o-


¿POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS?

   "¿Por quién doblan las campanas?
   ¿Por qué ese son? 
   Suavidad melancólica. 
   Atardeceres de adioses.     
   Lágrima contenida.
   Sentimiento reprimido.

   ¿Por qué?
   ¿Por quién?
   ¿Por quienes?

   ¡Por ti... María Isidora!
   ¡Por ti, que inicias un viaje sin retorno, en oscuridad
   sin fin!
   Es el término de tu ocaso.
   Es el comienzo de tu quietud sabia.
   ¡Es así!
   ¡Es verdad!
   
   La muerte..., María Isidora, es madrastra esencial.
   Cruel y justiciera.
   A veces, ávida y rencorosa; pero, también, piadosa,   
   tierna, menesterosa.
   Por ti, deidad de la guadaña, en estos instantes,
   entrecruzamos los dedos y miramos las estrellas
   para entregarte a nuestra querida hermana.

   Pero..., ¡Aléjate de nosotros esbeltez sombría!
   ¡Aléjate! ¡No queremos tu aliento! ¡Rechazamostu
   sonrisa perniciosa! 
   ¡Rechazamos tus venidas extemporáneas! ¡Tus
   salidas despropósitas!
   ¡No te queremos aquí, cvruel beatitud!
   
   Pero, en cada ocasión vendrás. 
   Y cuando eso suceda, esperamos que seas madre
   piadosa cuando los hombres y mujeres cumplan su  
   ciclo natural y sus obras sean las memoria de los
   demás.

   ¿Por quién doblan las campanas? -me pregunto.
   ¿Por quién doblan las campanas? -preguntamos
    nosotros.
    ¿Por ti, por mi, por nosotros, por todos?
    ¿Por esta humanidad doliente?
    Hoy día, María Isidora, "CHOYA"... es,  ¡por ti!

    ¡Descansa en paz...! 
-o-o-o-

 Teresa Erosquín

  Una sutil y delicada mirada se posó en las profundidades trascendentes de la vida. Una proyección grandiosa hacia el prójimo, sin mezquidades.
   Entregar, entregar era la misión. Cuidar el detalle más ínfimo era cotidiano. Sólo se cambió la dirección del amor: a la madre, la hermanas y sobrinos; y, a raudales, a los niños, alumnos y amigos.
   Muy niña parte al Angol de los Confines, a beber la miel del colmenar, hermanando Escuela y Hogar.
Era fraternal su lema que encarnó perfectamente en ella, plasmándose férreo junto a los principios que le entregara su familia que supo conservar la nostalgia francesa.
   TERESITA..., como una crisálida que termina su ciclo, emprendiste el vuelo, siempre tan etérea. Partiste sin valija, porque igual eres y serás grande.
   Una danza selecta te llevará junto al que amaste toda la vida, "Tu Dios".
   La puerta será ancha para la gran maestra que agotó los esfuerzos por perfeccionar y hacer grande la lección.
La misión fue cumplida con creces. Regalaste tu mensaje de fe, esperanza y amor al que sufre.
   Tu sonrisa elegante estará por siempre escondida en los atrios de infantes y en los salones académicos, porque la educación te la viviste toda.
   Entregaste la herramienta real a muchos que fueron a abrir la puerta del saber para interpretar la palabra.
   Los que fuimos tus compañeros y te conocimos, te acompañamos de aquíen este momento que te vistes de silencio.
   ¡Descansa en paz...!"

-o-o-o- 
En mayo del 2003 el Depto. Curriculum e Instrucción de la Facultad de Educación, rindió un homenaje al Docente José Fuica Fuica, con motivo de su fallecimiento reciente. Se me pidió unas palabras para la ocasión. Lo hice, tratando de dar un enfoque muy personal, porque ya todo se había dicho de su labor docente. Para lograr algo diferente, María Da Costa Leiva -profesora Normalista y Periodista-, nacida y criada en Collipulli, al igual que el profesor José Fuica, me ilustró eficientemente sobre la ciudad, cuyo famoso puente es  denomindo "El Violín de Acero", por el poeta Edgardo Jiménez      
-o-o-o-

JOSÉ FUICA FUICA

   "Heme aquí, con mi voz cansada, pero no dormida, con la savia bullente en mis venas, con la flora de la pasión y la certidumbre, por la viva inquietud del acontecer cotidiano, por mis responsabilidades de ayer, hoy, mañana. Por todo eso y algo más, vengo asaz humilde a enhebrar algunas palabras en recuerdo a José Fuica...

   El tiempo... es posible en el tiempo; y, en su vaivén infinito es, fue y vendrá cual ave pasajera de fantástico y misterioso viajar, viene cabalgando con sus alas desplegadas, porque el tiempo es el tiempo y no se detiene.

   PEPE, vive su infancia en un punto estratégico de Chile, Collipulli. Lugar donde en dos peñascosde tosca, se columpia uno de los puentes más famosos del país: El Malleco. 

   El tiempo... jactancioso pilluelo; tren tubular lanzado al espacio con pies de zancadas torbellinas; piafante corcel alado, en vertiginosa carrera que nunca se detiene.
Se irradia en ondas silentes de menudo callar o en grávidas olas de estruendoso  ulular, Se esparce en sentimientos y pensar sobrecogidos de temores y angustias transitorias; de alegrías pasajeras yde soñadas esperanzas.

   El alegre muchacho recorría las calles Alcázar y O Carroll. Junto a sus amigos del barrio, eran asiduos visitantes a la estación de ferrocarriles en el horario de la pasada de los trenes de pasajeros. Esto constituía un mundo nuevo que interrumpía la rutina pueblerina.
   El joven, tenaz ilusionador, alegre, con sus mañas y argucias pretende dosificarlo, envasarlo o limitarlo. Lo calendariza en tiempo presente, del ayer y del futuro. Entonces, lo encuadra, lo enmarca en hechos y acciones de mayor o menor cuantía y, pasándolo por un cedazo de fina seda, el tiempo, va destilando su cantar en audibles armonías.

   Por los veranos crecía el grupo como bola de nieve para bajar hasta el río a pasar el calor. Volvían por la tarde subiendo, casi tan sudorosos como antes habían bajado. El grupo de jóvenes enriquecía también el lugar con las tallas y conversaciones de hombres imberbes. 
   Cuando a la luna le faltaban pocas horas para aparecer y las mariposas nocturnas empezaban a besar las flores junto al río, el grupo volvía por la puerta del molino El Globo y entraban hasta la primera parte de la hermosa alameda de aromos que semejaba a una máquina fotográfica de fuelle. La alameda, por las noches, era el sitio ideal donde los jóvenes del pueblo se encontraban con su primer beso. 

   El tiempo es una vertiginosa flecha lanzada al espacio sideral, una onda sonora de inacaba amplitud; pero, también un lento, cansino convoy que pasa o una siesta pueblerina que aparenta detener un móvil.

   Terminado el 6º año primario, algunos amigos desaparecían. Unos a Traiguén, Angol, Victoria, etc. Pepe, alumno de la Escuela Superior de Hombres Nº 1, también desaparece para irse al Liceo de Los Ángeles.  
   Posteriormente a la Universidad de Concepción, donde paradójicamente se encuentra con un amigo del barrio collipullense.
   De tanto en tanto, regresaba a su pueblo para visitar a sus tías, allí compartían en el hermoso jardín de rosas, jazmines, lauros, dafnes y amapolas.

   Sin embargo, el tiempo es envasado, dosificado o calendarizado en apariencias cuando deviene en la medida del hombre, de lñas sociedades o de las civilizaciones y se convierte en historia donde la existencia de los seres y de los pueblos se llenan de hitos, de marcas significativas, de fechas importantes. El tiempo es el tiempo y no hay que dejarlo pasar en vano.
   
   Su partida, es la culminación de una vida dedicada al esfuerzo, a una tesonera labor entregada a los demás. Es el final de una gran y larga jornada de triunfos y fracasos, de ideales y ternuras, de lágrimas y sonrisas, de gestos solidarios y amargos. Su vida ha pasado con su convoy de esperanzasd y ensueños, pero está proyectado.
   Se ha ido en los inicios del otoño; esperaremos la primavera, para continmuar viendo los frutos. Hacedor de cosas, conversador con las flores y las estrellas, consttructor de esperanzas, forjador de ilusiones, arquitecto del espíritu.
   Nos queda en el recuerdo su mirada, siempre tierna, límpida como infancia reflejada.
   Era un profesor que años tras años fue vaciando la esencia más noble entre los jóvenes estudiantes del Departamento de Curriculum de la Facultad de Educación, entregando a esta comunidad educativa
la levadura que hace .a comunión más justa, fraternal, responsable y proyectada. Se ha ido físicamente ofrendando, de una u otra forma, lo que rebalsa los cánones didácticos de la Enseñanza y que es la espiritualidad.
   Este Departamento no es materia, decía. Es un enjambre, una colmena en mentes en orden y desorden, dinámica y vital, de sombras y vislumbres, y experiencias que busca sendas aprpiadas para desarrollar potencialidades de alumnos y profesores.
   ¡Cuánta razón tenía!. En el Departamento  de esta Facultad campeael espíritu, no la materia. Un Departamento formador de profesores, sin alma es feo, ciego, quieto, falso. Es decir, es cualquier cosa menos una entidad de formación.
   Recordaremos sus pasos y el estoicismo frente a la adversidad, ocultando el dolor con el humor.
   En este homenaje va nuestro reconocimiento  y afecto por la creatividad y engrandecimiento cualitativo inyectado al departamenro de Curriculum de nuestra Facultad.
   En la cuenta final de su vida -no importa cuánto haya sido el dolor de su cuerpo-, lo importante son las huellas , las obras, como una obligación y no sólo del escritorio y la teoría. Cuántos caminos de luz abrió a los ciegos de COALIVI.
   Será siempre un ejemplo cercano para las nuevas generaciones.Hace algunos días se dijo todo y de todo y por muchos. 
   Faltaba esta instancia íntima y especial para procurar hacer emblema mucho de su vivir en la formación de los que aquí llegan y en nosotros mismos. 
   Aprender a volar como las mariposas hacia el jardín de la comunidad; besar las amapolas dejando estelas, antes de emigrar al cielo buscando el brillo de la luna silenciosa, y poder decir consecuentemente... ¡Gracias!
-o-o-o-

Ha llegado octubre y una fresca brisa se deja sentir en el ambiente. Hay cantos de pájaros y hermosas flores que ayudan a disipar las penas y pesares por la partida de  una Maestra que una vez me pidió que cuando llegará el día de su partida, le dijera algunas palabras.
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o-o-o- 
UN MANDATO ESPECIAL

  "Cumplo con un mandato muy especial, que está vigente desde hace muchos años...
   
S
iempre me lo recordaba, que cuando se marchara de este mundo... yo tenía que despedirla...y, hoy, cumplo con ese cometido.
   ¿
P
or qué?
   Seguramente quería que yo le escribiera con el lenguaje escuelero, envuelto en sencillez que me aplaudió muchas veces.
  
Q
uería ser despedida ponderadamente, porque, nada le debía a la vida y porque estaba en paz con las misiones encomendadas.
  
T
al vez sabía que soy de pocos aprecios, pero verdaderos y profundos; y, ella, era una de las personas a quienes yo y mi familia, considerábamos enormemente.
  
C
omo profesor,  fui su subalterno en la querida Escuela Nº 74 de Lorenzo Arenas. Un profesor que conoció a una persona maravillosa, a una gran dama y amiga.
  
E
sta dama que aprisionaba el cielo en sus ojos, sonrientes en la alegría,  donde solía hospedarse la ternura y el llanto verdadero, frente al dolor ajeno.
  
S
e formó como profesora en la Escuela Normal de Angol, la Ciudad de los Confines, donde llegó con una maleta cargada de juventud y elevados valores entregados por su familia. 
  
A
llí, su joven corazón gozó con hermosas primaveras y los sutiles vientos sureños, la devolvieron convertida en una maestra normalista, con una visión progresista y respetuosa del hombre, dispuesta a entregar inconmensurable esfuerzos para lograr las metas.
  
V
iajó por Santa Juana, Mulchén, Coelemu, Chillán Quillón hasta llegar a Concepción, a la Escuela Nº 74 de Lorenzo Arenas, como Subdirectora.
  
E
n la primera estación, encontró el amor que la acompañaría por la vida y le regalaría tres hijos: Carlos, Marcelo y Jorge.
  
E
lla, que por su hermosura y simpatía fuera reina en una de las primaveras penquistas, era capaz de convertirse en una niña traviesa en nuestra fiestas escolares.
  
S
upo hacer una maravillosa mezcla de responsabilidad, creatividad, empuje y estímulo para sus compañeros profesores.
  
C
ómo no recordar su entusiasmo y acción de relacionadora pública -a fines de la década del 60-  en el viaje a Argentina de nuestro Conjunto de Teatro y Folklore, haciendo posible el sueño de varios niños y niñas, hoy ya mayores, de atravesar la cordillera y representar a nuestro país en un evento internacional.
  
T
odo lo que se hacía en esa escuela, la 74, era en grande. Doña Elena Yáñez, como directora  y doña Alicia Cerruti, como subdirectora, formaban una dupla interesante y  junto a los profesores,  lograron hacer que la escuela se transformara en  motor que generaba calidad humana en el populoso barrio Lorenzo Arenas 3
  
S
eñora Alicia... a los buenos maestros, se les pega la costumbre de llevar muy hondo este distintivo: ¡Ser Maestro...!, pero Ud. si que se lo tomó en serio... Se marchó en el Día del Maestro.
  
A
llá con doña Elena, seguirá tejiendo lecciones celestiales.
  
A
llá con el amor de su vida, el padre de sus hijos y por fin, con su hijo que nunca olvidó.
  
S
eñora Alicia... 
   ¡Descanse en paz!"

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El 19 de agosto de 1978 se escribió esto para ser leído el 30 del mismo mes. El motivo fue la Despedida a Sra. Alicia Cerruti Aguayo, Subdirectora de la Escuela Nº 74 de Concepción. 
Todo lo que dice relación con la ciudad de Angol, corresponde a la profesora Normalista: María Da Costa Leiva
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ALICIA-ESCUELA

   "Cuando dentro del género humano, uno de los componentes llama la atención por cualquier situación y por diferentes motivos, nos preguntamos: ¿Quién es?¿Cómo empezó? ¿Cómo, cuándo y dónde se desarrolló?
   Hoy, recordamos a una persona, una educadora, que hace algunos años, en un día de marzo,  siendo casi una adolescente, de ojos claros,  inició un viaje a una ciudad sureña: Angol de los Confines, la ciudad de las flores y del río Vergara.
   Allí, tras los vidrios empavonados de la Escuela Normal, deberían transcurrir los hermosos años juveniles y aprender día a día -casi en un retiro espìritual- el maravilloso arte de ser Maestra.
   Quizás, el frío otoñal tocaba su alma aquel día de la separación del hogar materno, hacia el otro que le sería durante seis largos años.
   Algunas furtivas lágrimas asomaron una y otra vez. de sus ojos claros; pero, tal vez el tapiz de castañas maduras que alfombraba el suelo o el toque dorado de los pomelos gigantes; o  las uvas que asomaban en el gran parrón, mitigaron su inicial pena.
   Una rígida disciplina y profesores sureños plasmaron su alma,  hasta hacer de ella una maestra con vocación.
   En septiembre, al regreso de sus vacaciones, sus ojos se llenaban con los filodendros floridos y las macetas floridas de corona del poeta de los senderos. 
   Todo quedó en sus pupilas, hasta un poco del río claro y el río oscuro que bajo el puente se hicieron amigos. llegando a unirse al fin.
   La gran quinta era para ella un pequeño paraíso. La compañía de varias jóvenes aliviana las noltagias cotidianas. 
   Los bailes después de comida y las infaltables visitas al vergel, cuna de jacintos, gladiolos, lirios, narcisos, tulipas y tantos más, hacen la vida más llevadera.
   Una vez terminada su formación de Profesora Normalista, luego de seis largos años, arriba a Santa Juana,  donde ejercerá su profesión por primera vez.
   En Santa Juana encontró el amor.
  Le robó hijos al tiempo en Concepción, Mulchén y Quillón.
   En abril, un 13 de l957, llega a esta escuela, que será su compañera de tantos años. Se amalgamó a ella  y caminaron juntas, por años y años.
   Una era la otra y la otra era una. ESCUELA-ALICIA
   ALICIA-ESCUELA.  Juntas cada día. 
   La escuela debía ser alegre. La escuela debía ser ordenada, disciplinada y progresiva.
   Cada año ELLA caminaba con ELLA.
  ¡Buena semilla sembraron los vergeles! 
  ¡Hermosa flor adornó nuestro jardín!
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